—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

En la final del Mundial (3)

(Lee la entrega anterior)

Cuando comprobó lo que marcaba se llevó desesperadamente las manos a la cabeza. ¡Sólo quedaba una hora para que comenzase la final! “Menos mal –pensó– que esta mierda de hotel está a veinte minutos andando del campo donde se juega”. Se lavó la cara rápidamente, se peinó y cogiendo el maletín de mano salió echando leches de la habitación. Dando grandes saltos, pronto llegó al ascensor que funcionaba. Allí estaba, abierto, esperándole…
—Coño, qué raro… Para mí que soy el único cliente del hotel… Bueno, quizás es que todos se han ido ya para el campo…

El ascensor se cerró y comenzó a bajar muy lentamente, con un aullido aún más estremecedor que el que había brindado al Sebas en la subida. Al cabo de unos diez segundos, se paró.
—Pues parece que no estoy solo…

» […] y yo aquí, tras pagar tres mil euros, sin poder salir de esta… ¡mierda de ascensor!

Pero las puertas no se abrían. Nadie esperaba la llegada del ascensor. Nada se oía. Sólo el silencio más silencioso. Aquel trasto se había parado de golpe dejando de chirriar con aquel aullido insoportable.
—¡Me cago en la madre que lo parió! ¡No me digas que ahora se ha estropeao este bicho!

Nadie respondió a los lamentos de Sebastián Matute.
—¿Hay alguien ahí? ¡Por favor, este cacharro se ha parado!

Nadie, no había nadie.
—Para mí que el negrazo ese ha cerrao el hotel y se ha ido a ver el partido… Joder, ¿y ahora qué hago?  Mantén la calma, Sebas, mantén la calma. Como aquella vez en que un trozo de carne se fue por el camino equivocao y estuviste a punto de palmarla. Pero, esto no puede estar ocurriéndome a mí…, a pocos minutos de que Xabi, Casillas y Villa salten al terreno de juego… y yo aquí, tras pagar tres mil euros, sin poder salir de esta… ¡mierda de ascensor!

Respiró profundo. A nada conduciría la desesperación ni el nerviosismo. Pero pronto acudieron negros presagios…
—¿Y si acaba el partido y todo sigue como ahora? ¿Y si tengo que pasar la noche aquí, encerrado, muerto de frío? Mañana la señora de la limpieza me encontrará agarrotao, sin aire, echo mierda… Sebas, tranquilo, por favor…, piensa un poco, razona… Vas bien abrigado y si es necesario abres el maletín y te pones encima la ropa que llevas. Por aquí corre un biruji, un vientecillo que viene de arriba… señal de que este puto ascensor tiene más agujeros que un colador. No te faltará el aire… ¿Y comida? En el maletín llevo dos bocatas de jamón y dos de chorizo. No hay problema por eso. Agua, sí, ah creo recordar que compré una botella tras pasar el control de equipajes aquí… No te vas a morir, Sebas, ni de frío ni de hambre ni de sed. Pero… ¡te vas a perder la final, Sebas! Tú máxima ilusión, por lo que has soñado semanas, meses, años enteros… desde que eras un chaval… No me lo merezco, no merezco este ruin castigo, señor… ¡Me cago en diez, maldita sea la hora en que se me ocurrió venir! Con lo a gustito que estaría ahora en casa, viendo con el Sergio y la María el partido, disfrutando con los goles de España… ¡España, España, España!, con un buen marisquito al lado y un buen ribeiro… Y… ya ves, aquí estoy, más sólo que la una, a punto de llorar de rabia y de impotencia, encerrado en un asqueroso ascensor de un asqueroso hotel… Y sin saber qué va a pasar dentro de unos minutos, cuando empiece el partido… A ver si la radio del móvil… No, tranquilo Sebas, lo puedes necesitar más tarde. A ver… me cago en once, si aquí dentro no hay ninguna cobertura… Llamaría a María, le contaría lo que me ocurre y seguro que ella logra conectar con la embajada y vienen a socorrerme…

(Continuará…)