—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

¡Vaya día! (3)

(Lee la entrega anterior)

Saliendo de detrás de un armario apareció un tío con una pistola y un pasamontañas cubriéndole el careto.
—¡Ostras, lo que me faltaba!
—¡Pronto, la pasta, no tengo tiempo que perder!
—Pero ¡qué pasta ni qué macarrones, joder! Si hoy no ha venido ni el último de Filipinas!
—Oiga, no le entiendo… ¿Qué coño ha querido decir?
—¡Me cago en diez… y encima tonto! ¡No puede ser… no puede ser que todo esto me esté pasando a mí! (Mesándose los cabellos y luego elevando los brazos al cielo). ¡Yo quiero irme a Berlíiiiiin!
—¿Pero qué dice este tío? —El atracador empezaba a impacientarse— ¡Déjese de rollos y suelte la pasta gansa que tenga en la caja fuerte!

—¿Pero tú eres imbécil? ¿Caja fuerte? ¡Pero si aquí nadie paga al contado!
—Déjese de coñas y al turrón. Venga, la pasta…
—La pasta… ¿Y no hay otro sitio, pedazo mamón, que venir a los talleres Matute a dar sablazos? ¿Pero tú en qué mundo vives, desgraciao?
—Joder, mis informes dicen que aquí se mueve mucha tela. Usted tiene una contrata en exclusiva con el Ayuntamiento para arreglar todos los coches oficiales y de la policía municipal. Este es el único taller que no hace vacaciones en todo el año. Usted tiene más pasta que pesa…
—Pero, ¿quién cojones te ha dicho todo eso?
—Pues… alguien de aquí dentro.
—¡Coñoooo, pues sí que estás bien informao!

En esas estaba el señor Matute, con la mosca detrás de la oreja, pensando quién demonios podía ser el chivato, cuando se oyó un fuerte ruido… La puerta se abrió de improviso…

—¡Quieto todo el mundo! ¡Policía! ¡Al suelo, vamos, al suelo!
—Joder, con lo sucio que está… –susurró el Pelucas.
—Pero si eres tú, Bermúdez… Gracias a dios, hombre, gracias…

El agente municipal, junto a otros tres números de la policía local que ya tenían amarrado por todas partes al atracador, se dio cuenta rápidamente de que la situación estaba controlada —sí, pronto adivinó que la pistola del atracador era de mentirillas— y que el señor Matute no corría peligro.
—Señor Matute, hemos venido lo más pronto que hemos podido. Dos de sus empleados, muy nerviosos, nos han informado de todo. Ya ve como está el patio con esto de la crisis. Ni a los talleres mecánicos respetan estos chorizos…
—Eh, oiga, un respeto, que yo soy un tipo honrado…
—Eso se lo dice usted al juez. —Y dirigiéndose a Matute…— ¿Quiere verle el careto a este señor tan fino y honrado?
—¡No, por favor, hace mucho frío y estoy muy calentito con la capucha…!
—A ver, Martínez, ¿quitarle el pasamontañas a un atracador va en contra de sus derechos y de la Constitución?
—Yo creo que no —terció el policía aludido por el poli Bermúdez—. Yo diría que incluso le hacemos un favor porque en pleno mes de agosto, y a pesar de que esté lloviendo, hace un calor agobiante…
—¡No, no… por favooor! —descubriéndole la cara.

(Continuará…)