—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Antecedentes penales (3)

(Lee la entrega anterior)

Dos hombres equipados con sendas cámaras de televisión habían tomado posición detrás del inspector Rosales. En la tapa aparecía el logo de TeleMadrid. Cañeque interrogó con la mirada a Rosales.
—Tienen permiso de Jefatura. Están rodando un documental sobre la UIP.
—Ahora lo entiendo todo… –ironizó Cañeque–. Vázquez, vámonos. Retirémonos a nuestro coche patrulla. Feliz medallita, Rosales. Se va usted a coronar con un anciano infeliz.

» Rosales palideció. Iba a quedar en evidencia, pero Roque salvó el honor del inspector sin proponérselo.

Aquel sarcasmo hirió a Rosales. Roque quedó allí de pie, sin saber muy bien qué hacer. Después de todo, ningún inspector de la Policía nacional podía darle órdenes directas. Los negros del baloncesto ahora miraban indolentes aquel despliegue policial y de medios técnicos. Susana había reconocido al operador que se quedó al cargo de la unidad móvil como compañero de la Universidad.

Rosales dispuso a sus hombres, que tomaron posiciones. Un francotirador partió en busca de un enclave elevado. No le sería difícil encontrarlo.

En ese momento entró en la calle a la que se abría el cada vez más poblado callejón otro coche de la Policía local, que también se llevó por delante la cinta de balizamiento que acababa de ser repuesta por Bermúdez. El sargento, que conducía este coche patrulla, hizo una extraña maniobra y luego dio marcha atrás. Se bajó ágilmente y movió hacia el coche unos contenedores metálicos de basura que disponían de ruedas, parapetando así su vehículo de cualquier posible tiroteo.
—¿Será cagón…? –Rosales estaba empezando a pensar que el día acabaría torcido. Sin embargo a Roque no le hizo mucha gracia la observación.
—El sargento es un veterano de las COE, señor Rosales. No creo que tenga tanto miedo de Francis –Roque enfatizó la nota sarcástica que no pasó desapercibida para Rosales.

El veterano sargento corrió hacia donde se encontraba el grupo para recabar información de su agente.
—Aquí, el inspector Rosales, que se trae a TeleMadrid para coronarse a cuenta de Francis.
—Un respeto, chaval… –comenzó a exigir Rosales.
—¿Y sabemos si Francis está en casa? –indagó el sargento.

Rosales palideció. Iba a quedar en evidencia, pero Roque salvó el honor del policía nacional sin proponérselo:
—La moto, al menos, la tiene ahí. Y si él es el atracador, huyó en ella no hace ni media hora.

El inspector decidió que ya era hora de pasar a la acción. Comprobó que los cámaras de TeleMadrid llevaran puesto el chaleco antibalas, pero después de todo él también esperaba que Francis, este Francis, el del gol de cabeza, fuera un infeliz.

Los miembros del equipo de la Unidad de Intervención Policial comandados por el inspector Rosales ejecutaron lo que para ellos era una rutina, y fueron accediendo por turnos al portal. La vivienda amenazaba ruina. En la fachada se veían varios desconchones, y se podían observar algunas ventanas que carecían de cristales. En el interior, lúgubre, las escaleras de madera rechinaban cada vez que una huella soportaba el peso de la bota de un hombre armado.

El sargento abandonó el escenario seguido de Roque y se llegó al coche patrulla parapetado tras los contenedores metálicos para informar a María Reina. Ella aguardaba allí, en silencio. Uno de los cámaras, que se había vuelto, pasó a toda prisa por aquel punto para llegarse a la unidad móvil, donde Susana ya estaba intercambiando información con su condiscípulo. María reconoció al cámara de anteriores ocasiones en que TeleMadrid le había destinado al ayuntamiento y recordó que había departido con él y que era afín a su partido. Pudieron escuchar que el cámara informaba a su compañero de que la escalera era tan estrecha y oscura que se estorbaban unos a otros.
—Se ha quedado Arturo, que tiene una cámara más moderna, con mejor sensor de luz que el mío. ¡Mierda!, me quedo fuera…

María Reina aprovechó la ocasión para abandonar su refugio, pese a las indicaciones en contrario del sargento, y se dirigió a la unidad móvil.

(Continuará…)