—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Antecedentes penales (4)

(Lee la entrega anterior)

Dentro del edificio los policías habían ganado sin complicaciones el rellano del primer piso. La puerta de Francis estaba al fondo de un corredor. Una vez con sus hombres apostados a uno y otro lado de la escalera, Rosales intentó encender la luz de la galería. No funcionaba. Ordenó que subieran iluminación portátil del vehículo policial.

Cerca de la unidad móvil se habían arremolinado un grupito de curiosos. Bermúdez los mantenía alejados. Junto al volante del vehículo María Reina intercambiaba impresiones con el veterano cámara y Susana, ahora en la parte de atrás, lo hacía con su excompañero de aulas.

» Fue la familiar voz de Susana la que alertó a López sacándole de su introspección.

Entre aquellas dos mujeres se había instalado una gélida tensión. María sabía que su marido había salvado a Susana de ser ultrajada, y Sebas se deshacía en alabanzas para la joven morena evidenciando algo más que admiración. Susana, por su parte, sentía también más que gratitud hacia Sebas, y había logrado averiguar que su matrimonio no pasaba por un buen momento. Quizá se mantenía unido con el engrudo que daba la cercanía de los próximos comicios municipales. Susana no deseaba engañarse; sentía algo más que agradecimiento hacia Sebas, y no estaba dispuesta a abandonar hasta conocer qué se sentía estando junto a todo un hombre de verdad, uno que no había vacilado en exponer su vida para defenderla. Pero ningún otro de los allí presentes participaba de esta retorcida situación.

Mientras María trataba de convencer al cámara para acallar la pésima publicidad que sin duda la detención de Francis supondría para su partido político prácticamente en vísperas de la campaña electoral, en la parte de atrás el cadete, deseoso de impresionar a Susana de su flamante destino laboral, había contactado con el centro de retransmisiones.

Allí se había informado a la conductora del programa de la mañana que uno de los equipos de producción propia estaba rodando una peligrosa misión donde se trataba de detener a un peligroso atracador, experto en explosivos.

La presentadora, sabedora de que el share se dispararía, pidió al realizador que pinchara la cámara que grababa la actuación policial para pasar un adelanto del documental en fase de producción a los televidentes.

La idea del avance pareció bien a todos los reunidos en la cabina de realización y quiso el destino que estuviera allí en esos momentos uno de los directores del canal, quien dio el beneplácito, y aquella cámara de la galería del caserón donde vivía Francis, que no grababa, sino que enviaba la imagen a la unidad móvil en previsión de que el material rodado quedara inservible como consecuencia del peligro que arrostraban, comenzó a emitir en directo.

López tenía por costumbre estar conectado permanentemente al canal autonómico, ávido de cualquier noticia donde se le mencionara o que pudiera serle de utilidad. Silenciaba o elevaba el volumen del aparato según estuviera solo, reunido o hablando por teléfono. Quiso el destino que en aquel momento estuviera a solas revisando un informe, pero como estaba concentrado permaneció ajeno a lo que se emitía.

El cadete había pedido permiso para que una compañera de profesión de la localidad, desinteresadamente, se sumara a la conexión informando de viva voz de los datos que tenía: la presentó como “la voz de Mospintoles”. Susana, que vio en ello una oportunidad, no lo dudó y sin adornos desgranó los cuatro datos de que disponía. Bien pensado, no tenía contrato en exclusiva con nadie.

Fue la familiar voz de Susana la que alertó a López sacándole de su introspección:

» Nos encontramos apostados frente al domicilio del principal sospechoso del atraco que tan sólo hace cuarenta y cinco minutos se perpetraba en la sucursal de la Caja de Ahorros de la Avenida de Toledo, en Mospintoles.

El veterano cámara, avisado por su compañero de lo que estaba ocurriendo en la trasera de la unidad móvil, dejó a María con la palabra en la boca y empuñó su cámara para mostrar a todo Madrid el rostro que les hablaba, que en esa entradilla había sido una voz en off sobre la retransmisión desde el interior del edificio. Ahora Susana miró a la cámara.

(Continuará…)