(Lee la entrega anterior) |
Cuando comprobó lo que marcaba se llevó desesperadamente las manos a la cabeza. ¡Sólo quedaba una hora para que comenzase la final! “Menos mal –pensó– que esta mierda de hotel está a veinte minutos andando del campo donde se juega”. Se lavó la cara rápidamente, se peinó y cogiendo el maletín de mano salió echando leches de la habitación. Dando grandes saltos, pronto llegó al ascensor que funcionaba. Allí estaba, abierto, esperándole…
—Coño, qué raro… Para mí que soy el único cliente del hotel… Bueno, quizás es que todos se han ido ya para el campo…
El ascensor se cerró y comenzó a bajar muy lentamente, con un aullido aún más estremecedor que el que había brindado al Sebas en la subida. Al cabo de unos diez segundos, se paró.
—Pues parece que no estoy solo…
- Escrito por Cogollo, publicado a las 13:00 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)