(Lee la entrega anterior) |
Tras el gol, cuando el partido se reanudó, sólo faltaban tres minutos para el final de la primera parte. Algunos de los jugadores de la clase B empezaban a notar cierto cansancio, quizás aburridos de no poder desarrollar su potencial futbolero por culpa de aquellas seis moscas cojoneras rivales que no dejaban de ir tras el balón ni a sol ni a sombra. Así que algunos empezaron a enfadarse entre ellos y con el árbitro.
—Ha sido falta, árbitro —dijo Vicentín, un centrocampista fortachón que no levantaba dos palmos del suelo y al que venía repateándole mucho que varias de aquellas chicas tan altas y espigadas, que no tenían ni idea de fútbol, no le dejasen tener la posesión de la pelota ni un segundo. Pero Matute se mantuvo en su sitio.
—Chaval, tú a jugar y yo a arbitrar, ¿vale?
- Escrito por Cogollo, publicado a las 15:20 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)