(Lee la entrega anterior) |
La tarde de aquel día 20 fue terriblemente calurosa. Los termómetros echaban humo dentro y fuera del terreno de juego. Tal como estaba previsto, a las cinco de la tarde empezó el primer partido entre las dos clases de 4º de ESO. El encuentro fue de guante blanco porque a esa hora tan temprana y tan atorrante lo que apetecía al personal era más bien estar metido en la piscina o durmiendo la siesta. El señor Roque, árbitro federado que pitaba en categoría regional, llevó con mano firme el discurrir del encuentro no admitiendo la más mínima protesta de los jugadores. La verdad es que imponía mucho su uno noventa de estatura y su cara de pocos amigos. Ambas cosas le venían de familia y por mucho que intentaba ser amable con los jugadores, al menor descuido le salía la autoridad que llevaba pegada al silbato. Una autoridad que debía sumarse a la que le confería la profesión con la que se ganaba el pan y las lentejas en los días de diario: policía municipal.
- Escrito por Cogollo, publicado a las 12:05 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)