(Lee la entrega anterior) |
Ahora acompañadme a esta otra sala, donde ya notáis otro ritmo, otra cadencia, ahhhhh, una relajación, ohhhh, una paaazzzz, un soosieeegoooo… Las palabras se alargan porque aquí, en este rincón del Polideportivo, no existe el tiempo, ni las prisas, ni el estrés, ni la política, ni la merluza a 30 euros el kilo. Quien llega aquí y se pone en manos de el Chino (al que apodan Sebastián) se trasladan a otra galaxia, a un rincón del universo donde la energía fluye entre las venas y vísceras llenando de luz y armonía todos los poros del cuerpo. Bueno, eso dice la teoría y el Chino… Algunos se quedan dormidos en medio de la sesión. Otros no logran superar tanta capacidad de concentración y vacío y con cualquier pretexto salen echando leches de la sala. Es la otra manera de ponerse en forma: la interior, sin grandes sudores, a veces sin mover un músculo. Esa moza que veis al fondo de la sala, sí, esa que está en una posición tan retorcida que parece un ocho, es una devota practicante de este tipo de actividades, algunas de origen oriental: yoga, taichi, pilates, espalda sana, gimnasia suave… Casi no suda, parece poquita cosa, pero la tía posee una flexibilidad, una coordinación de movimientos, una elasticidad, una placidez… que dan ganas de dormirse como un bendito cuando uno está a su lado. Se debería llamar la Bella Durmiente pero su nombre de pila es Camomila.
- Escrito por Cogollo, publicado a las 13:10 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)