—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

David contra Goliat (2)

(Lee la entrega anterior)

Piquito se dejó llevar y salió al exterior. Una vez allí se quedó pensando: “Vamo’ a ver, tengo que llamar al señor López, pero… ¿quién me pue’ dar su teléfono? Humm… El director técnico del Rayo seguro que lo tiene, pero ¿quién me podrá dar el teléfono del director técnico?”. Cuando concluía esta reflexión miró de reojo hacia el interior y vio que el guarda no le quitaba la vista de encima, por lo que decidió salir de su ángulo de visión.

Cruzó la calle de dos saltos y allí volvió a sus cábalas: “seguro que el míster tiene el teléfono del director técnico”. Y con esta idea entró en un local donde vendían algunos dulces para pedir bolígrafo y papel.

» […] una cosa es una cosa y otra son los negocios.

—Buenos días, señora. ¿Podría dejarme un boli y un poco de papel como pa’ apuntar un teléfono?
—Sí hijo, toma.

Piquito se sintió obligado a hacer algún gasto, y cogió un par de madalenas del mostrador.
—Cóbreme, si m’hace el favor.
—¡Madre mía, hijo! ¡Pero si eres el Piquito! Pero deja que te dé un besote. Verás cuando se lo diga a mi nieto. Espera, espera… Toma, échame en esta hoja un autógrafo pa’l niño.

Piquito quedó algo sorprendido… Era la primera vez que le pedían un autógrafo, y encima en Mospintoles. Sonriendo y disfrutando de aquella ocasional fama firmó, lentamente, el papel que la dueña le tendía.
—Tenga, y no se olvide de cobrarme… –Piquito tendió un billete de cinco euros.
—¡Quiá! Estás invitao. Faltaría más.
—No, no, señora. Muchas gracias. Que una cosa es una cosa y otra son los negocios. Tiene usté que cobrarme.
—Que no s’ha dicho –zanjó la dueña con una sonrisa–. Verás cuando se lo cuente a mi marío, qu’ha estao aquí el Piquito. Si s’entera de que t’he cobrao se me va a enfadá.
Pue muchas gracias –dijo Piquito haciendo los honores a la primera madalena–. Voy a llamar por teléfono aquí afuera. Ahora le traigo el boli.

Piquito salió y llamó desde su móvil al míster.

Mí’ter!, soy yo, el Piquito. ¿Cómo está usté?

[…]

~Pueh aquí me ando. Con ganas ya d’empezar la próxima temporá. Le llamo a usté pa’ ver si me pue’ dar el teléfono del director técnico, e’ pa’ una de mis cosas…

[…]

~Sí, tengo pa’ apuntar… Espero…

[…]

~Sí… Ya lo tengo apuntao. Vale. Muchas gracias. E’ usté un crá

[…]

~No, no… Lo somos todos… Hemos si’o loh mejoreh. Adiós.

Piquito terminó la madalena mientras con el pulgar de la otra mano iba marcando el nuevo número con esa habilidad que tienen los chicos de la generación inalámbrica.

(Continuará…)