En la Bola del Mundo (2)
(Lee la entrega anterior) |
Entonces empezaron a sonar más fuerte las sirenas de las motos. El pelotón se acercaba. A los ciclistas se les notaba muy cansados. El altísimo ritmo de la etapa les estaba pasando factura, así como tantos días de competición. Pese a ello, seguro que estaban ahorrando las pocas fuerzas que aún les quedaban para hacer el subidón que les esperaba en los últimos kilómetros. La última escapada ya había sido desmantelada y ahora, todos en fila india, caminaban directos al matadero. Así, al menos, lo entendía don Faustino. Los ciclistas pasaron como una ráfaga de viento fresco por delante del profesor, quien buscó afanoso la figura del ciclista mospintoleño. Y la vio, justo en la cola del pelotón.
» Después de chuparnos 170 kilómetros a toda pastilla, encima todavía nos falta el paredón ese. Tres kms de cuesta vertical que te cagas. Parace que las carreras las hagan para jodernos vivos a los ciclistas.
El último de la fila. Allí iba Rafael, la cara seria, cabreada, pedaleando con dificultad. Le hubiera gritado unas palabras de ánimo pero no salieron de su boca. Al verle alejarse carretera arriba, don Faustino entró en el bar estratégicamente situado en aquella curva de Navacerrada, donde el puerto comenzaba a empinarse muy seriamente. Se acodó en la barra, pidió un café con leche y se dispuso a ver el final de la etapa a través de la televisión.
«…La leche, qué pájara llevo encima… Y no me extraña porque de las 20 etapas de la vuelta, ocho han sido de media y alta montaña y dos de contrarreloj. Vamos, lo que más me gusta… Treinta y nueve puertos de montaña, para que te vayan dando, Rafaelito… Y, como propina, la Bola esa del mundo, que está donde cristo perdió el gorro. Una pendiente media del 15%, según el jodido libro de ruta. A veces hasta rampas del 20%, para que reventemos de placer los ciclistas. Con un piso de hormigón irregular y lleno de baches. Ni los coches pueden subir, así que el que pinche se quedará más tieso que un palo como no sea que él mismo ponga el parche a la rueda. Eso sí, todo el mundo coincide en que la cosa va a ser espectacular. Coño, de espectacular nada de nada. Un infierno al que no sé si seré capaz de llegar porque, joder, cuánto pesa esta bicicleta, parece que sea de hierro. Y eso que todavía faltan dos kilómetros para empezar la subida a la puta bola esa. (…) Esta es mi última vuelta ciclista. Mañana, a estas horas, estaré cobrando el finiquito y a volar. No me gustaría tener que abandonar hoy, cuando he sido capaz de aguantar hasta aquí. Así que, Rafaelito, átate los machos y dosifica el esfuerzo, que aquí nadie te va a ayudar ni echar una mano. Todo para arriba y pedaleando porque como dejes de hacerlo la bici empezará a irse para atrás. Joder, es que estoy acojonado, es que no tengo ni fuerzas y todavía falta lo peor… Después de chuparnos 170 kilómetros a toda pastilla, encima todavía nos falta el paredón ese. Tres kilómetros de cuesta vertical que te cagas. Parece que las carreras las hagan para jodernos vivos a los ciclistas. Echaré un trago de agua, que no veas la que me espera…
»…Aquí empieza el maldito infierno. Joder, vaya saltos que da la bicicleta. Voy a acabar con el culo reventado y las lumbares hechas polvo. Esto tiene peor pinta que el Angliru y el Mortirolo. Y menos mal, macho, que hace buen tiempo porque con lluvia y viento aquí no salía vivo ni el apuntador… Maldito traqueteo… Si es que esto no es para bicicletas de carrera. Ni para seres humanos… (…) Mierda, se me acaba de saltar la cadena. Y sin coche de socorro, ni mecánicos, ni dios. (…) Esto es pasarse. No hay derecho a que nos hagan esta putada a la mayoría, que no somos ni Contador ni Nibali ni Sastre ni primeros espadas. Nosotros somos gente normal, yo un rodador que me juego la vida en el llano y en la meta, pero que aquí no puedo andar porque peso demasiado. ¡Que le pongan esta maldita Bola sólo a los jefes de fila y a nosotros que nos dejen en paz! ¿Qué necesidad hay de esta salvajada?
(Continuará…)
- Escrito por Cogollo, publicado a las 12:10 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)
Imprime | Recomienda | Suscríbete |