La llamada de la selección (y 3)
(Lee la entrega anterior) |
Sin saber cómo se encontró de pie… ¡Don Jaime era él…! La mente de Piquito, rápida y aguda en otras situaciones, se quedó anclada en la jugada anterior. Quería recrearse en las palabras de la edil: ¡don Jaime le había llamado!
Los aplausos salvaron aquella indecisión de Piquito. Sin ellos las vacilaciones del mozo hubieran quedado de manifiesto. Pero el clamor de los hinchas le permitió ganar un tiempo. El asesor de imagen, que se había ubicado entre los periodistas acreditados, frente al estrado, le había explicado cientos de veces que hablara con pausa, con sosiego, que en una rueda de prensa él era quien marcaba el tempo… ¿Tempo?, ¡qué estupidez llamar tempo al tiempo! Cosas de los tirillas de traje, pensaba Piquito.
» López se llevó la mano a la frente, y deslizó los dedos de un lado a otro. Miró al asesor de imagen. Éste ahora estaba boquiabierto.
Al pensar esto recordó que él ahora vestía un traje de los caros de verdad, y se alisó la americana. Los vítores habían cesado hacía unos segundos y Piquito comenzó a recitar el guión con que le habían aleccionado minutos antes.
—Ehh… Pues sí, estoy muy contento de que me haya llamado el seleccionador nacional para defender a España contra los italianos –dijo Piquito sonriente.
Y buscó la aprobación del asesor de imagen, quien ahora estaba serio y con los ojos bien abiertos. Algo iba mal. Piquito había dicho alguna inconveniencia. El muchacho se azoró un tanto. Pero recordó lo que le había dicho el asesor de imagen en cierta ocasión: “si te atascas y se te olvida lo que debes decir, sé tú mismo; mientras tengas clara la idea que debes trasladar, lo podrás decir con tus palabras”.
Y eso hizo Piquito:
—Asín qu’espero que to’ me vaya fenomenal y seamo’ campeone’.
—Piquito, ¿no crees que es algo pronto para pensar en el título?
—Pueh no.
Piquito trataba de transmitir ilusión, que es la impresión que le dijeron que debía dar, y para él ilusión era sinónimo de ganar.
—Ehpaña somo loh mejore… y noj va a ir fenomenal.
López se llevó la mano a la frente, y deslizó los dedos de un lado a otro. Miró al asesor de imagen. Éste ahora estaba boquiabierto. Cruzaron las miradas, y un gesto de interrogación se dibujó en su cara. López respondió con otro de resignación.
Los titulares del día siguiente fueron indulgentes y reflejaron la garra de Piquito. La fe en sí mismo que tenía este gran futbolista hizo que exhortara a la victoria ya desde antes de su llega al combinado nacional. Era todo un carisma…
Lo que no pudo evitarse fue la imagen que el chaval dio a través del canal local de televisión, que retransmitía en directo, pero sus convecinos le perdonarían todo con tal de que siguiera metiendo goles.
- Escrito por Mirliton, publicado a las 15:40 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)
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