—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

La soledad del propietario (2)

(Lee la entrega anterior)

López se encontraba considerando dos caminos a emprender cuando sonó el teléfono en su chalé. Se incomodó un tanto. Muy pocos eran los que conocían su teléfono particular —incluso había tomado la precaución de que no apareciera en la guía telefónica—. La llamada debía ser importante puesto que era domingo por la tarde.

Dudó si atender la llamada… Finalmente descolgó:

~López, dígame…

~Buenas tardes, López. Soy Basáñez. Perdone que le moleste.

» Los pormenores de la operación debían mantenerse al abrigo de la sensacionalista prensa deportivesca.

Basáñez era la mano derecha de López. Abogado titulado, nunca había ejercido de togado. Tras finalizar su carrera de forma magistral se introdujo en el mundo financiero. Se podría decir que la Bolsa era algo que atraía a Basáñez desde su segundo año en la Facultad. Decidió tomarse un par de años sabáticos, trabajando en lo que le fuera saliendo, a fin de introducirse en un mundo que le era fascinante. Y fue en el parqué madrileño donde conoció a López, hace muchos años.

~Nunca molestas, Basáñez. Lo que me intranquiliza es tu llamada. Si me llamas un domingo por la tarde se trata de algo importante.

~Tranquilícese porque esta vez son buenas noticias. Es concerniente al Rayo. Estoy en la oficina y acaba de llegarnos un fax de Alemania aceptando la oferta y las condiciones.

~¡Excelente, Basáñez! ¿Pero qué haces en la oficina un domingo por la tarde?

~Quiero tener preparados para mañana los informes sobre la compra de la cementera, y necesitaba unos datos que guardamos aquí.

~Nos vemos mañana. Te agradezco que me anticiparas la noticia. Precisamente estaba meditando sobre un par de cuestiones que me traen de cabeza y en ésta estaba varado.

~Si le puedo ser útil en algo…

~Gracias. Mañana podremos contestarles. Estos alemanes son increíbles… Por lo que se ve trabajan los domingos.

~Como nosotros, López.

~Ni más ni menos, Basáñez.

La llamada alegró la cara de López. El fichaje iba a caer como un bombazo en toda la Comunidad de Madrid aunque la prudencia aconsejaba silenciarlo hasta el último momento. Sería la primera vez que un equipo de segunda división fichaba un crack de talla europea.

Los pormenores de la operación debían mantenerse al abrigo de la sensacionalista prensa deportivesca. Un aura de misterio daría empaque. Además, no podrían saberse los motivos últimos por los que Metzger, el central internacional alemán, habría aceptado en última instancia venirse a España perdiendo una categoría y dinero en el traspaso.

Los contactos de López habían informado a tiempo de que el jugador estaba pasando por unos momentos personales delicados y tanto su club como él buscaban alejarse del foco del escándalo que estallaría dentro de unos meses.

(Continuará…)