La Tribuna de Mospintoles (y 3)
(Lee la entrega anterior) |
—Me tengo que ir Teresa, de verdad. Si pudiera me quedaba contigo otro par de horas más. Pero tengo que ausentarme.
—Cada domingo que duermo en tu casa me dices lo mismo. Sé que tus obligaciones no te van a dejar hacerlo nunca.
—Un día te daré una sorpresa.
—Siempre me sorprendes… Pero no te olvides de mi equipo.
López ya se había levantado del sofá, se había arreglado la chaqueta, y ahora estaba cerca de la puerta.
—No encuentro a nadie que vea interesante esa acción de patrocinio sobre el waterpolo, Teresa. Ni siquiera os dan cobertura en la prensa regional. Sólo os sacan en La Tribuna.
» —¿Cómo de bueno?
–López pareció ansioso en su pregunta.
—Pues un buen amigo, y nada más –dijo Teresa a la defensiva.
La Tribuna de Mospintoles era el semanario gratuito de la ciudad que subsistía con la publicidad de los comerciantes de la zona. Era una especie de gaceta de sociedad aderezada con noticias que el propio ayuntamiento proveía. Trataban de ser críticos pero no podían, so pena de disgustar a un sector de anunciantes y perder clientela. Mezclaban torpemente opinión e información, y pretendían con ello hacer periodismo independiente. López detestaba aquella publicación, aunque lo cierto es que tenía éxito entre la gente mayor, pero poco más.
—Y ahora ya ni eso –confesó, triste, Teresa.
—¿Cómo así?
—Cierran… O eso me ha soplado un buen amigo.
Él se paró en el umbral y se volvió para interesarse por lo que la joven le acababa de decir.
—¿Cómo de bueno? –López pareció ansioso en su pregunta.
—Pues un buen amigo, y nada más –dijo Teresa a la defensiva.
—Me refiero al soplo, ¿cómo es de bueno? ¿Tiene credibilidad tu fuente? —López no era para nada celoso, o al menos así se conceptuaba.
—Mi amigo trabaja allí. O trabajará hasta que cierren. Están haciendo los despidos amistosamente y en silencio. No quieren ningún revuelo. Pero poco a poco lo va a ir sabiendo toda la población. A mí me lo dijeron el sábado.
A López se le iluminó la cara y se le dibujó una sonrisa que no era de indiferencia precisamente.
—Me voy con prisa Teresa. Me acabas de alegrar el día. No sabes la noticia que me acabas de dar.
—Pues hijo, tampoco es como para alegrarse –elevó la voz Teresa viendo que López se iba definitivamente–. Mi amigo se va al paro…
—Dile que no se preocupe, que si es bueno en lo suyo yo le daré trabajo.
—¡Acuérdate de mi patrocinio…!
- Escrito por Mirliton, publicado a las 12:44 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)
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