(Lee la entrega anterior) |
El cámara, que ya no podía grabar más acción desde su puesto, decidió asomarse a la puerta de entrada, y tras el recodo se abría el pasillo donde vio a los policías. El olor a humedad, a sucio y a orín le provocó una arcada.
Delante de él Rosales apoyaba con sigilo el talón de la bota; luego la planta del pie. No deseaba hacer ruido, pero las tablas del entarimado crujían bajo el más leve peso.
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2011
11
Mar
- Escrito por Mirliton, publicado a las 15:21 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)