(Lee la entrega anterior) |
Don Faustino aguantaba el chaparrón con resignación. Tras preguntarle al guardia de la cola, sólo obtuvo de él un gruñido y un gesto: el que le señalaba el último lugar de la fila. Allí se puso deseando que la espera fuese llevadera pero no fue así. Por comentarios de quienes le precedían, al parecer el Juzgado tenía problemas de personal, unos por baja médica y otros por vacaciones, lo que provocaba una cola interminable todos los días. Pasó una hora y otra hora. Por fin le tocó el turno a nuestro hombre. Resignado y sumamente cansado expuso lo más rápido que pudo lo que venía padeciendo desde que vio desaparecido su coche. El funcionario que tenía enfrente no hacía más que mirar la hora. Sí, sólo faltaban cinco minutos para las dos de la tarde, hora de cierre.
- Escrito por Cogollo, publicado a las 08:30 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)