Del aula a la concejalía (y 4)
(Lee la entrega anterior) |
El concejal giró lentamente la cabeza y vio a la gerenta en el umbral, con cara de sorpresa y sin capacidad para reaccionar. En la mano llevaba una taza de café y vestía con ropa informal. Aunque don Faustino más bien la catalogó de ropita. Aún no acuciaban los rigores del verano mospintolense y la chica ya lucía una faldita corta muy por encima de las rodillas que mostraban unas gruesas piernas, y una almilla de tul que ofrecía un generoso escote y dejaba entrever un sostén del mismo color, estampa que el profesor catalogó de mal gusto para cualquier vecino que tuviera que entrevistarse con la muchacha. Sin duda se encontraba ante los ecos de la dichosa emancipación y el venturoso empoderamiento femenil. Completaba el atavío de la gerenta unas chanclas de caucho con cinchas blancas.
» Fue consciente de que con don Faustino no iba a poder jugar como lo hizo con el anterior titular de la concejalía.
Ambos se miraron largamente… La joven dándose cuenta de que el carca que tenía delante no aprobaba su indumentaria, el profesor calibrando su primer contacto… Pero aguardó a que la muchacha oficiara de anfitriona invitándole a pasar a su despacho. Por el contrario, Iluminada saludó superficialmente.
—¡Hola, don Faustino! ¿Cómo está?
—Sorprendido…
—¿De qué si puede saberse? –Iluminada adoptó un tono defensivo. No iba a dejarse importunar por un carcamal que a buen seguro chocheaba. El sindicato y el movimiento feminoide pondrían en su sitio al viejo si osaba hacer mención a su indumentaria.
—No me habían hablado muy bien de su gestión al frente del servicio municipal de deportes, pero preferí no prestar oídos. Ahora, mirando este panel informativo, comienzo a sospechar que usted se toma un tanto frívolamente sus funciones.
—¿Por qué lo dice, si puede saberse?
—Me gustaría que me explicara por qué siguen expuestas en este tablón las ordenanzas fiscales que regulan la prestación de nuestros servicios deportivos de los años 2008, 2009 y 2010.
—Pues muy fácil. A modo de histórico.
—¿Y no cree usted que esto, más que informar, desinforma?
—¿Y por qué si puede saberse?
—Tiene usted aquí información que se contradice. Las tasas de 2010 no son las actuales… Ni mucho menos las del 2009 o las del 2008.
—Bueno, la gente sabe leer…
—Permítame aventurar que cuando usted finaliza su jornada laboral alguna vez haya acudido a tomarse un refresco en un bar de moda –don Faustino hizo una pausa esperando alguna frase de asentimiento por parte de Iluminada. Como ésta no llegó, prosiguió su discurso–. ¿Recuerda haber visto en algún establecimiento una colección de precios antiguos? O quizá recuerde algún restaurante donde le hayan ofrecido tres o cuatro cartas con los precios de los años anteriores.
El concejal esperó en vano una respuesta. Pareció que Iluminada se había bloqueado, pero el profe se recreó en el silencio. Ella le miraba sin saber qué decir. Fue consciente de que con don Faustino no iba a poder jugar como lo hizo con el anterior titular de la concejalía. Éste iba a ser un hueso duro de roer, y mejor aparentar sumisión y docilidad desde el principio. Finalmente Iluminada rompió el silencio:
—Supongo que debí retirar las ordenanzas anteriores. Tal vez me dejé llevar de mi afán de informar. Pretendía reflejar que las subidas habían sido mínimas a lo largo de estos últimos años.
Don Faustino miró de hito en hito a la gerenta esbozando una mueca de sonrisa en su boca.
—Su trabajo es conocer la legislación vigente, y saber que manteniendo este galimatías de ordenanzas acrecienta la confusión en un usuario que a buen seguro no acudirá aquí en busca de un histórico de las ordenanzas, sino de información y soluciones. Pero con todo, lo que no me ha de pasar por alto es su actitud desafiante. En lo sucesivo, cuando se la corrija, haga el favor de mantener una escucha activa, y si no entiende o discrepa de lo que se le dice, tenga la bondad de hacérmelo saber de forma ordenada y sucinta. Para el próximo lunes, a las 08:00 horas, disponga por escrito un informe sobre su proyecto de gestión al frente de este servicio para los próximos dos años, aportando todos los datos que considere necesarios, tanto de evolución como de proyección.
Don Faustino, dando por terminada la entrevista, se giró para dirigirse a la planta baja, mientras Iluminada quedaba bajo el dintel de la puerta de su despacho, pero el profe se volvió para añadir algo más:
—Una última cosa: haga el favor de vestirse adecuadamente para desempeñar un trabajo serio, eficiente y responsable de gestión pública y atención al ciudadano. Luego, fuera del horario laboral, puede usted hacer con su vida lo que desee. Mientras esté trabajando bajo mis directrices, le agradecería que en su relación con los ciudadanos mantenga una imagen pulquérrima. Que tenga usted muy buenos días.
- Escrito por Mirliton, publicado a las 08:30 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)
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