—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Invitado especial (3)

(Lee la entrega anterior)

Pasados cinco minutos de publicidad, en los que don Faustino se interesó por la familia de Susana, se reanudó la entrevista.
—Regresamos de nuevo con ustedes y con don Faustino. ¿Es usted aficionado al fútbol?
—Poco. Sigo su actualidad pero no soy futbolero. Me parece un espectáculo que está instalado en el puro y duro negocio. Le hablo del fútbol profesional y no del que practican los chaveas en los patios de los colegios.

» Todo lo que gira en torno a don balón hace tiempo que arrambló con el sentido común convirtiéndose en una desmesura. Nada que ver con el fútbol de mis años mozos.

—Pero mueve pasiones…
—Pues eso es lo malo, que una sociedad anónima o una multinacional del balón muevan esas pasiones que usted dice es para mirárselo con el psiquiatra. El fútbol actual, mediático, omnipresente, avasallador, es una adormidera de los pueblos.
—Es posible, don Faustino, pero también tiene muchos aspectos positivos…
—Sí, claro, a mí me encanta en cuanto que es el único lugar en donde puedes ver cómo les dan patadas hasta en el cielo de la boca a unos millonarios. Ya sé que el fútbol es algo más que Cristiano y Messi, pero eso dígaselo a sus colegas de micro y teclado que se tiran horas y horas discutiendo sobre la simpleza de un penalti dudoso o un gol en probable fuera de juego. Todo lo que gira en torno a don balón hace tiempo que arrambló con el sentido común convirtiéndose en una desmesura. Nada que ver con el fútbol de mis años mozos.
—No sé si preguntarle entonces por el Rayo…
—Pregunte, pregunte… No pienso enemistarme con los rayistas si eso es lo que pretende… –don Faustino esbozó una irónica sonrisa.
—¿Ha visto jugar al Rayo en Segunda División?
—Sólo una vez, la temporada pasada, y confieso que me lo pasé pipa pero no por el fútbol practicado sino por lo que sucedía en la grada. También es cierto que agarré un tremendo dolor de cabeza con tanto griterío y que el bolsillo se me quedó tieso con la compra de las entradas. Mejor destino hubiera tenido ese dinero si lo hubiese empleado invitando a unos cuantos amigos a una buena cena o al teatro. Me parece bien que cada cual se gaste su dinero en lo que le dé la gana, incluyendo el fútbol, pero no me pillarán más veces en tal dispendio.
—Pero usted ama a su ciudad y el Rayo la representa por esos mundos…
—Mire, el Rayo sólo se representa a sí mismo. Es una empresa, una sociedad anónima. ¿Usted cree que una sociedad mercantil puede representar a una ciudad?

El presidente López, que seguía en las oficinas del Rayo, se levantó súbitamente del sofá. Aquello ya era demasiado para sus oídos.
—Qué hijoputa este tío… Tenemos aquí un problema, Basáñez…
—Bah, perro ladrador poco mordedor…
—O movemos los hilos para quitarlo de en medio lo más pronto posible o tendremos problemas con nuestro plan.
—Pues ya sabe, López… A la alcaldesa hay que comerle el coco y lo que sea…

Mientras tanto proseguía la entrevista radiopelotera.
—¿Cuál es su deporte profesional favorito?
—El tenis. Admitido que ningún equipo ni jugador representa a mi país ni me representa, me parece que es un deporte que ha sabido evolucionar con los años, no como el fútbol, que sigue teniendo unas reglas prehistóricas de las que encima se ufana. Me gusta el tenis porque no suele dar escándalos, habitualmente hay silencio en la grada, los jugadores se respetan dentro y fuera de la pista, las reglas han evolucionado para darle más emoción y hasta se han ido incorporando las nuevas tecnologías para ayudar a los árbitros, como es el caso del famoso «ojo de halcón». Pero, créame doña Susana, el mejor deporte no es el que se ve en un estadio o ante el televisor sino el que practica uno mismo. Mover el esqueleto y la musculatura es clave para una buena salud física y mental.
—Me dicen, don Faustino, que los teléfonos echan humo por lo que acaba de decir sobre el fútbol. A favor y en contra.
—Yo sólo he emitido una opinión y creo que fundamentada en la realidad. Como es lógico habrá opiniones contrarias que respeto pero no comparto.

Sebastián Matute seguía muy atentamente la entrevista de Susana a don Faustino. Como ya conocía parte del pensamiento futbolero del viejo profesor no se sorprendió de nada de lo que dijo, pero no pudo evitar hablar en voz alta para que le escuchase su mujer.
—Esta noche el profe está haciendo amigos… Si mañana se celebrasen otra vez las elecciones me parece a mí que no le votabas ni tú.
—¿De cachondeo a estas horas de la noche?
—Es para que te vayas acostumbrando a lo que mañana vas a oír cuando el personal empiece a largar por la boquita. Mejor que vayas preparada.
—Don Faustino hará estupendamente su trabajo y si se equivoca en algo intentaremos corregirle. Es un hombre que acepta los consejos ajenos, no como tú…
—¡Ya me extrañaba que no me metieses a mí en el ajo!

[Continuará…]