—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

La candidata (2)

(Lee la entrega anterior)

El público quedó sorprendido. Don Faustino había logrado lo que pretendía: atención, expectación y silencio.
—Antes de comenzar les anticipo que en mi charla no voy a hacer el papel de cómico, al estilo de esos monologuistas de “El club de la comedia” que tan buenos ratos nos hacen pasar. No creo que un político se deba prestar a ciertas excentricidades, oficiando de showman (si se me permite el barbarismo) sobre un entarimado. No creo que faltar al respeto, o reírse, burlarse, o descalificar a los antagonistas políticos deba ser la tónica que presida un mitin en el que han de tratarse asuntos serios que a todos nos importan.

»Así pues, quien esté esperando hacer risas a costa de los demás puede aprovechar este tiempo para realizar otras labores que le sean más provechosas.

» […] ahora que ya conocen el palabro, repetiré que en mi opinión “deporte profesional” es un oxímoron, igual que lo es “monarquía parlamentaria”, pero de eso no toca hablar esta noche.

Don Faustino hizo una pausa y caminó por el escenario. Alguien de entre los técnicos de sonido se dio cuenta de que el discurso de don Faustino iba a correr por derroteros poco habituales, y subiendo con naturalidad junto al profesor le ofreció sustituir el micrófono que había cogido del atril –cuyo cable no era muy largo y limitaría sus movimientos por el entablado– por un micrófono inalámbrico. El público asistía avizor a todo aquello. Una vez realizado el cambio y dando públicamente las gracias al chaval por el nuevo micro, don Faustino prosiguió:
—Las mayorías absolutas no son deseables en democracias tan carentes de experiencia como la nuestra, si es que queremos evitar los rodillos políticos. Es muy sano y un ejercicio de higiene democrática gobernar en minoría. Pero por si finalmente deciden ustedes otorgarnos tal grado de confianza que un servidor salga elegido concejal, les confesaré cual es mi ideario.

En aquel momento uno de los jefes del partido le dijo a María al oído: “Se ha vuelto loco… Hay que quitarle el micrófono”; pero María estaba tensa, y no movió ni un dedo.

—Me han encomendado que les participe a ustedes el programa de nuestro partido para las materias de educación, cultura y deportes. Incluso me han dado un guión…, como si yo fuera un jovencito y no supiera qué es lo que necesita mi ciudad y mis convecinos del municipio.

Don Faustino hizo una pausa y paseó la mirada por entre aquellas cabezas, identificando muchos rostros:
—Sepan que en lo que al área de educación se refiere, un ayuntamiento no tiene capacidad para tomar decisiones que promuevan la mejora de la educación de sus hijos. En lo que al municipio respecta, sólo tenemos labores de asesoramiento en el órgano de gobierno del colegio. Lo que sí tenemos a nuestro cargo son los edificios donde se alberga el aulario, y ahí sí podemos tomar medidas que mejoren la calidad del entorno físico. Lamentablemente los edificios de Secundaria son propiedad de la Comunidad de Madrid, pero les prometo a ustedes que este profesor luchará por que en Madrid asuman como propias las medidas que necesitamos en Mospintoles.

El veterano profesor paseaba a sus anchas por la improvisada tribuna, con el micrófono en la mano, como si durante toda su vida hubiera estado dirigiéndose a un público que le escuchaba en silencio…
—Algo que me llama la atención es la falta de modernización de los edificios escolares en comparación con otros edificios administrativos, comenzando por el mismo ayuntamiento, siguiendo por los juzgados, y llegando a los edificios que albergan delegaciones comarcales de las diferentes consejerías.

»Nuestros alumnos tienen el derecho de disfrutar de un sistema moderno de calefacción –el profesor evitó deliberadamente mencionar el estado de las calderas, lo que hubiera alarmado innecesariamente a la población–, igual que tienen derecho a disfrutar de aire acondicionado, como el que está instalado en la alcaldía y en los despachos de los concejales.

Aquello hizo revolverse a más de un candidato edilicio. ¿Se había vuelto loco don Faustino? Estaba echando a la población contra la labor realizada durante estos años. María tampoco las tenía todas consigo, pero empezaba a ver qué pretendía don Faustino, y estaba expectante por saber dónde pararía toda aquella declaración pública de principios. Aunque bien pensado… era su futuro político el que estaba en juego.

—También es preciso remodelar el propio edificio, por ejemplo, sustituyendo sus ventanas por otras aislantes, y modernizar equipamientos y servicios, como el comedor, o dotar de ascensor al inmueble para acceder a las plantas altas. Hay niños (y profesores también) que padecen algún tipo de minusvalía… Otros presentan una movilidad reducida de forma temporal, como consecuencia de algún accidente doméstico o deportivo. Todos las semanas veo algún joven con muletas cargado de su mochila subiendo las escaleras para llegar al aula a la que tiene obligación de asistir.

»Habrá que pensar en los patios exteriores, donde juegan sus hijos de ustedes, para que no ocurran desgracias… evitables –y aquí don Faustino bajó la voz y la vista, recordando los dramáticos momentos vividos en Mospintoles hacía apenas un mes–, y proponer un acceso racional en horario extraescolar a los patios de juego de colegios e institutos.

Tras un brevísimo silencio, don Faustino recobró el aplomo:
—Les puedo asegurar que en lo que de mí depende, lucharé contra los políticos de la consejería y del propio ayuntamiento para introducir en sus estrechas mentes la necesidad de considerar colegios e institutos como un edificio más de la Administración. Para mí, quizá son los más importantes de todos… claro que yo soy parte interesada… y quizá precisamente por eso pueden ustedes confiar en que no desfalleceré.

»En el apartado deportivo tengo muy claro que un ayuntamiento no puede ir a remolque de la actualidad deportiva profesional. Esto, en mi humilde opinión, no es deporte. Es más, el concepto “deporte profesional” es en sí mismo un oxímoron, palabreja que significa que dos términos reflejan conceptos opuestos… Perdónenme que ejerza de docente: un ejemplo clarificador de un oxímoron es “un silencio atronador”; ahora que ya conocen el palabro, repetiré que en mi opinión “deporte profesional” es un oxímoron, igual que lo es “monarquía parlamentaria”, pero de eso no toca hablar esta noche.

Entre bastidores, los pesos pesados del partido se revolvieron inquietos. Incluso el número dos de la candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid dio un resoplido, a punto de sufrir un ataque de apoplejía.

(Continuará…)