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Don Rosendo echó una ojeada al reloj. Faltaban diez minutos para el cierre de la iglesia. Descorrió un poco la cortinilla del confesionario y sólo vio de espaldas, sentado en la primera banca, a un chico joven vestido desaliñadamente. Volvió a cerrar las cortinillas. Entonces sintió unas ganas enormes de fumarse un pitillo. ¿SerÃa pecado hacerlo dentro del confesionario? Sólo de pensarlo se sobresaltó.
—Quiero confesarme.
Aquellas palabras le pillaron tan de improviso que volvió a sobresaltarse. El corazón empezó a latirle aceleradamente.
—¿Me oye?
—SÃ, hijo, sÃ… Perdona, estaba tan concentrado rezando al buen Dios que no me he dado ni cuenta.
—Quiero confesarme.
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2012
31
Ene
- Escrito por Cogollo, publicado a las 11:30 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)