(Lee la entrega anterior) |
El entrenamiento había sido dirigido por Jonás, el capitán del equipo, avisado a medio día de la destitución del míster. Cuando los jugadores vieron a Metzger caminando junto a la grada abandonaron el partidillo final y se acercaron a saludarle. Piquito se quedó atrás, gesto que a Metzger no le pasó desapercibido. Los apretones de manos fueron cordiales. Después de todo Uwe Metzger no había matado a nadie. Sólo fue un asunto de dinero con la Hacienda alemana. O al menos esa era la versión oficial.
—¿Qué tal por la cárcel, Metzger? –éste fue el saludo de Piquito, en voz alta, desde la parte de atrás del corro que le hicieron los compañeros.
—¡Ah…! No muy bien, Piquito, no muy bien. Metzger no te rrrecomienda que quierras prrrobarrr…
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2012
13
Feb
- Escrito por Mirliton, publicado a las 11:02 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)