(Lee la entrega anterior) |
En el complejo deportivo Mospintoles-2 aquella tarde de frío invierno estaba de lo más calentita. En el pequeño despacho que Agustín, el encargado de las instalaciones, había proporcionado a don Faustino, concejal de deportes, se mascaba la tensión. Y eso que todavía no habían intervenido en el juego las piezas mayores.
El inicio de la partida lo estaba disputando el propio Agustín con Antonio, el entrenador personal del gimnasio. El chaval, atlético y guaperas, estaba más nervioso que un flan. La culpa era el despido que la gerenta, Iluminada Gurriheces , le había notificado a primera hora de la tarde. Un despido fulminante. El pobre chico sólo sabía que había una denuncia contra él por parte de tres usuarias del gimnasio y que, por esa razón, era puesto de patitas en la calle. Por eso, nada más conocer la noticia de boca de la gerenta, la cual no le había dado más explicaciones, echándolo de su despacho con cajas destempladas, Antonio se había acercado a ver a Agustín, con quien tenía cierta confianza. Este quedó en procurar enterarse del contenido de la denuncia a lo largo de la tarde. Ahora, cuando el reloj daba las ocho, había llamado a Antonio al despacho de don Faustino y al que, una vez al mes, éste acudía.
- Escrito por Cogollo, publicado a las 11:30 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)