(Lee la entrega anterior) |
Lo relatado hasta ahora no quiere decir que el cien por cien de los marroquíes residentes en Mospintoles fueran delincuentes, y ahí estaba Fátima, la empleada de hogar de don Faustino para demostrarlo. Pero no cabía aguardar a que entre los moros asentados en la ciudad se diera una mayoría simple de delincuentes para que el viandante temiera por su integridad, a pesar de que algunos soplagaitas recurren a esta falacia de número para contradecir un panorama que salta a la vista. Es curioso notar que estos mismos mentecatos nunca hacen caridad con su propio dinero y utilizan los fondos públicos para postular un altruismo con el que esperan alcanzar el gobierno de una ínsula con despacho propio, convirtiéndose así en esperpénticos quijotes pancistas. Confunden y pretenden que confundamos los derechos humanos con los derechos civiles. Los primeros son inherentes a toda la humanidad, por encima de leyes y gobiernos; los segundos deben disfrutarlos sólo quienes la ley hace objeto de ellos.
- Escrito por Mirliton, publicado a las 11:00 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)