—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles
Éstas son las entregas publicadas en
mayo de 2012

(Lee la entrega anterior)

Lo relatado hasta ahora no quiere decir que el cien por cien de los marroquíes residentes en Mospintoles fueran delincuentes, y ahí estaba Fátima, la empleada de hogar de don Faustino para demostrarlo. Pero no cabía aguardar a que entre los moros asentados en la ciudad se diera una mayoría simple de delincuentes para que el viandante temiera por su integridad, a pesar de que algunos soplagaitas recurren a esta falacia de número para contradecir un panorama que salta a la vista. Es curioso notar que estos mismos mentecatos nunca hacen caridad con su propio dinero y utilizan los fondos públicos para postular un altruismo con el que esperan alcanzar el gobierno de una ínsula con despacho propio, convirtiéndose así en esperpénticos quijotes pancistas. Confunden y pretenden que confundamos los derechos humanos con los derechos civiles. Los primeros son inherentes a toda la humanidad, por encima de leyes y gobiernos; los segundos deben disfrutarlos sólo quienes la ley hace objeto de ellos.

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