—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Blanco y oro, negro y plata (4)

(Lee la entrega anterior)

Susana hizo acopio de paciencia, como cada vez que Mari Pili tenía su día:
—Mira, ya veo que hoy tienes el tonto subido, Mari Pili. ¡Qué voy a estar saliendo con Piquito! Si así fuera tú ya lo sabrías.
—Te lo estoy preguntando para saberlo… Porque algo entre vosotros si que hay, ¿eh, picarona?
—Lo que a mí me preocupa ahora es averiguar qué se traen éstos entre manos, así que déjate de salsas rosas, Mari Pili –a Susana le interesaba desviar la atención de su amiga.
—¡Ay, hija!, qué hermética eres cuando quieres. ¿Pues qué se van a traer? Todo Mospintoles sabe que el Rayo le está costando un riñón a López. Seguramente vaya a vender el equipo y coger la pasta. Yo en su lugar haría lo mismo.

» —Seguro que no le importa que vengas tú. He visto que uno de los otros no te quitaba ojo –mintió Susana.

Susana se volvió a mirarla con detenimiento. La mayor parte de las veces la rubia Mari Pili se pasaba de simple, pero era con esa misma naturalidad que Mari Pili solía dar en el clavo.
—Sí, ya lo había pensado. Pero hasta que no te he oído decirlo que no me sonaba creíble…
—Pues mira cómo está el fútbol, Susana, querida. Cada vez más en manos de los árabes. Y el Rayo, a nada que inviertan en fichajes, se mete en primera y luego a la Champions.
—A la Champions no sé, Mari Pili, pero sí es cierto que le hace falta una inyección de dinero para subir a primera. La plantilla es corta, y de haber subido el año pasado… Tal vez habría sido un error que se hubiera acabado pagando a la larga.
—Y ahora llegan los árabes y compran el equipo. López hace caja y luego si te he visto no me acuerdo.
—Me cuesta creerlo, chica. ¿Qué pinta el ayuntamiento en todo esto?
—¿Olvidas que tiene un buen paquete de acciones del Rayo a cuenta de la cesión del estadio? Lo que te pasa es que no te haces a la idea… Si el Rayo cambia de manos a lo mejor te quedas sin empleo…
—Visto así, entonces como que me conviene aceptar la invitación e ir a la haima esa… ¿Quieres acompañarme?
—Pero si le has dicho que irías con un amigo.
—Y él me ha dicho que mis amigos son sus amigos. Seguro que no le importa que vengas tú. He visto que uno de los otros no te quitaba ojo –mintió Susana.
—Pero si no tenías los tuyos más que para el jeque ese que t’han presentao.
—Es que es guapo.
—Es guapo, joven, tiene muuucho dinero y de los bajos seguro que también va sobrado.
—¿De los bajos?
—¡Vaya, mujer! Si no es así se me cae el mito. Dicen que los árabes la tienen más grande que los negros.
—Pues vente conmigo y lo averiguamos esta tarde.
—¿¿¡¡Qué dices, querida!!??
—¿Y para qué te crees tú que me han invitado? No creo que sea para jugar al ajedrez.
—¡Ay, no! Que entonces me quedo fuera, que yo no sé jugar al ajedrez. Mejor al parchís que pueden jugar cuatro.

Susana sabía que Mari Pili era corta a ratos y jugaba a ser corta el resto de las veces, pero nunca sabía cuándo hacía qué. ¿Habría doble, o tal vez triple sentido en la frase de su rubia amiga tetona?

Sobre las seis de la tarde López telefoneó a Susana. La mulata, viendo el número en la pantallita, dudó si aceptar la llamada. Finalmente descolgó, cuando López ya se impacientaba. Últimamente había perdido su frialdad y su distanciamiento. Estaba necesitando unas vacaciones para evadirse de todo, y se hizo una nota mental de irse una semana al Caribe y llevarse a Susana con él. Si es que las cosas con la dircom no se torcían por culpa de Al-Daraqu.

[Continuará…]