—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Diálogos (5)

(Lee la entrega anterior)

LOS PELMAZOS DEL BAR

Llevaban toda la tarde sentados en una mesa situada en la parte trasera del bar. Manolo, su propietario, detrás de la barra, asistía incrédulo a la cara dura –eso pensaba él- de aquellos desconocidos que habían realizado sólo dos consumiciones en tres largas horas. Aunque la distancia desde la barra a la mesa era lo suficientemente grande para no enterarse de lo que allí se hablaba, algunas palabras más altas que otras le decían que aquellos dos tipos charlaban básicamente de fútbol, lo cual añadía más leña al fuego teniendo en cuenta que el fútbol se la repampinfla.

La tarde era ruinosa. Quitando aquellos dos impresentables, no había aparecido nadie más por el bar. Por fin entró alguien más al local y Manolo se alegró de que fuese un conocido. Aquel bigote superlativo que asomaba por la puerta sólo podía ser de cierto elemento: Juan José Jesús Jiménez Jilguero, más conocido como “Cinco Jotas”.

» —Yo soy del Barça y del Madrid a la vez.
—¡Pero eso no puede ser! ¡Es algo antinatural!
—No, amigos, es algo perfectamente natural. Así siempre gano…

—¡Hombre, mira qué bigote veo por aquí!
—Es mi bandera y logo, Manolo. Nadie que lo conozca puede dudar de quién se esconde tras él.
—Me alegro mucho de verte. ¿Qué tal te va la vida?
—Mejor que me iba la última vez que nos vimos. Son las seis de la tarde y veo que tienes vacío el bar. No te van bien las cosas, ¿verdad? Apuesto a que el chiringuito te origina más gastos que ingresos.
—Una apuesta tan segura no vale, Cinco Jotas. Pero si cierro ya me dirás a donde coño voy con mis años a cuestas y mi falta de cultura emprendedora. ¿Se dice ahora así, no?
—Pues a mí me va viento a popa con la empresita que a dúo con mi señora monté en internet. Con meses de retraso muchos autónomos y pequeños empresarios se están dando cuenta que en la red se eliminan gastos y hay más expectativas de ganarse el pan de cada día. ¿Por qué no te animas, Manolo?
—¿Qué quieres, que ponga un bar en Google? ¿Envío las cervezas y los bocadillos a través de Seur? ¡Vamos, anda!
—Pues algo tendrás que hacer si el negocio está en la ruina… Bueno, veo que allí al fondo tienes dos parroquianos en animada charla…
—Sí, de charla, porque lo que es de gastar… Con las cuatro cervezas que llevan consumidas no tengo ni para amortizar el desgaste de las sillas que ocupan.
—Unos desconocidos pelmazos, ¿no?
—Tres horas dándole al pico sin parar. La tarde está siendo un desastre y luego televisan un partido de la champions esa, o sea que mejor que eche el cierre y me vaya a dar un paseo y luego a casa.
—Perfecto. Así te vienes conmigo y echamos un buen rato por el parque. Lo mismo te convenzo y te conviertes en socio de mi empresa. Necesitamos a otra persona. Y no te impediría seguir con esta ruina del bar. Échalos…
—Uf… complicado, macho. Nunca lo he hecho con nadie aunque esos tíos se lo merecen. Por pelmazos y rácanos.
—Déjalos de mi cuenta. Si en diez minutos no se han largado te convido a una cena esta noche en el Asador Castilla.
—Yo no podría pagártela ni aunque me tocase la lotería…
—¡Anda ya, cenizo!

Cinco Jotas se acercó al fondo del bar con tres cervezas en la mano.
—Buenas tardes, señores. ¿Puedo sentarme a su lado? Les invito a una cervecita.
—Sí, siéntese…
—¿Qué tal, amigos? Me ha dicho Manolo, el dueño, que llevan tres horas aquí hablando sin parar aunque no sabe de qué. Si llevan tanto tiempo es que sólo pueden estar hablando de una cosa, de fútbol. ¿Me equivoco, señores?
—Tiene razón. ¿Cómo lo ha sabido?
—Soy un hombre de mucho mundo. Me llamo Juan José y ecétera. Resumiendo, Cinco Jotas para servirles.
—¡Cómo el nombre de ese jamón de precio tan prohibitivo!
—Efectivamente… Pero lo mío sólo es cuestión de nombre y apellidos. ¿Y qué? ¿Hablando del Madrid y el Barcelona?
—¡Jodó, también lo ha acertado!
—Estando por llegar el desenlace de la Liga con ese Barça-Madrid tan decisivo y las semifinales de la Champions donde ambos equipos aspiran al título, es natural que uno piense y acierte.
—También podíamos estar hablando de la crisis…
—Para crisis, la del dueño del Bar. Me ha dicho que dentro de diez minutos tiene que cerrar porque a partir de ese momento empezará a perder dinero.
—Ya será menos…
—En serio. Lo conozco desde que yo era un crío. Un tío serio y formal que lo está pasando muy mal con esto de la ruina económica que tenemos encima. A ver, ¿cuántos clientes han entrado al bar desde que ustedes están aquí, hará cosa de unas tres horas?
—Pues… no sé. Pedro, ¿tú lo sabes?
—Nadie, no ha entrado nadie.
—¿Lo ven? ¿Y cuántas cervezas han consumido ustedes en ese tiempo?
—Cuatro.
—¡Dos por barba! Con eso este hombre no tiene para pagar ni un cinco por ciento de la electricidad que consume el local. Por eso le he pedido estas tres birras, para hacer algo más de caja. Pobrecico… Su mujer está enferma, el hijo mayor lleva tres meses en la cárcel, asuntos de drogas, y al pequeño lo secuestraron poco después. Entre nosotros: fueron los sicarios del cártel de Medellín, que eran los que surtían de hierba y coca al que está en la trena. Una medida de seguridad para que el preso no se vaya de la lengua…
—¡Jodeeeer!
—Manolo está muy preocupado por todas estas cosas. Detrás de la barra, en un lugar muy discreto, esconde una escopeta. No se fía ni de su sombra. El otro día apuntó con ella a un cliente que quería irse sin pagar. La crisis, ya saben, está volviendo loco a más de uno y más de dos.
—Pobre… hombre… Y nosotros, aquí, hablando sobre el Madrid y el Barça…
—Cada loco con su tema, como dice el refranero… ¿Son ustedes amigos o familia?
—Primos hermanos. Él se llama Pedro y vive en Barcelona. Yo soy de Madrid y me llamo Pablo. Hemos quedado aquí, en Mospintoles, para ver a un amigo común pero no está disponible hasta las ocho de la noche…
—¿Y piensan estar hasta esa hora aquí?
—¿Y a dónde vamos a ir que estemos tan tranquilitos y cómodos?
—Pues yo no me fiaría mucho, amigos. Manolo está muy cabreado y dice que si en diez minutos no dejan el local es capaz de sacar la escopeta…
—¿Y por qué no nos lo ha dicho antes?
—Es un hombre educado, serio, responsable… Sólo que su dura situación familiar y económica le está llevando a la desesperación. Supongo entonces que uno de ustedes es del Barça y otro del Madrid.
—Es usted un adivino, señor.
—Bébanse rápido la cerveza si no les importa. Veo a mi amigo con una cara que ahuyenta hasta a un muerto. Supongo que usted que vive en Barcelona será del Barça y usted del Madrid. Es lo natural…
—Pues ahí se equivoca. Tenemos los papeles cambiados.
—Pues yo, ya ven, soy todavía más raro que ustedes. Yo soy del Barça y del Madrid a la vez.
—¡Pero eso no puede ser! ¡Es algo antinatural!
—No, amigos, es algo perfectamente natural. Así siempre gano…
—Pero… eso no es serio… Además, ser madridista significa ser anticulé y viceversa. De eso hemos estado hablando toda la tarde.
—Apuren el vaso que nos vamos, señores. Ese discurso anti es inadmisible para mí. Si mis dos equipos predilectos son el Madrid y el Barça, yo no puedo ser al mismo tiempo antimadridista y antibarcelonista. Me volvería loco… como el señor del bar… Levántense, por favor. Presiento que nos quedan segundos de vida como no pongamos pies en polvorosa…
—¿Y eso qué es?
—Como no salgamos pitando de este antro…

Los tres se levantaron a la velocidad del viento y enfilaron hacia la barra. La pareja de pelmazos pagó sus dos consumiciones y Cinco Jotas su invitación. Mientras tanto, Manolo asistía incrédulo al arte de persuasión de su amigo bigotudo. Sólo notaba un ligero temblequeo en las manos y voz de los pelmazos a la hora de pagar.

[Continuará…]