Real como la vida misma (1)
Núñez estaba en su puesto de trabajo, en el control de accesos a las oficinas del holding de López, ubicadas en la nueva grada del estadio municipal de Mospintoles, ahora llamado Estadio Industrias López por cuestiones de autopatrocinio.
El jefe de seguridad, eficiente como ninguno en su puesto de trabajo, estaba hoy taciturno. El día, en lo que a trabajo se refiere, era tranquilo, y ello permitía que la mente de Núñez divagara.
» Núñez tomó aire, ausente como estaba, y concentró la vista en un punto no muy lejano pero ubicado fuera de este mundo.
Basáñez andaba por allí, algo ocioso también. En el mundo de las altas finanzas no vive en un estado continuo de estrés; sería insoportable. El abogado de la firma observó la introspección de Núñez y quiso saber qué le ocurría.
—Mire usted, señor Basáñez, tengo la cabeza en lo que me pasó ayer domingo.
—¿Y qué puede ser tan importante para que esté usted ausente?
—Usted, que vive el mundo del fútbol y que de él ha hecho su trabajo, y le va bien, a lo mejor entiende lo que me pasó ayer. Yo, que ya sabe usted que no soy aficionado al balompié, por más vueltas que le doy no encuentro justificación a lo que hizo ayer un vecino.
—¿Y qué fue lo que ocurrió ayer, Núñez? Me tiene usted en ascuas –Basáñez, intrigado, interpeló al guarda.
—Antes de contarle los hechos he de ponerle en antecedentes. Pero no sé si tendrá usted tiempo de escuchar este cuento.
—Tiene usted toda mi atención, hombre de dios, pero déjese ya de preámbulos y comience su narración.
Núñez tomó aire, ausente como estaba, y concentró la vista en un punto no muy lejano pero ubicado fuera de este mundo.
La narración de Núñez:
—Yo vivo en una zona rural de Mospintoles. Mi casa da a unos prados pequeños que hay en el lugar, donde diferentes vecinos cosechan ocasionalmente algún que otro huerto. En aquella zona vivimos de continuo tres vecinos, y los demás, que tienen oficios varios, sólo tienen por allí las fincas. En realidad vienen el fin de semana a hacer ruido donde yo vivo, cuando no una fogata y meternos el humo en casa, y tras molestar a los que allí residimos se van a su hogar, que está en un núcleo urbano, donde a buen seguro exigirán silencio mientras reposan en su hogar. Ellos viven en pisos, a pesar de ser personas de campo.
»En concreto esto que me sucedió ayer fue con uno de ellos, Torcual Fuente, escayolista de profesión, que tiene allí un huerto y una chabola donde guarda aperos de labranza y unas conejeras. Su suegra, una octogenaria con movilidad reducida, y su mujer atienden la huerta entre semana y él suele ir los fines de semana que es cuando viene a meter ruido con el motocultor, la desbrozadora y una motobomba con la que extrae agua de la acequia que separa su huerto de unos prados vecinos y de mi casa.
[Continuará…]
- Escrito por Mirliton, publicado a las 16:16 h.
- Protagonistas: ·Estampas mospintoleñas
- Escenarios: en Mospintoles, oficinas de Industrias López
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