—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

La odisea (de don Faustino) (4)

(Lee la entrega anterior)

Trabajillo le costó a don Faustino que algún responsable de la Policía Municipal le atendiera. Aquello era un trasiego tras otro de agentes pues el día estaba siendo muy ajetreado, como no puede ser menos en una capital turística que en pleno de mes de agosto ve considerablemente aumentada su población y, con ello, los conflictos y las multas.

Procurando reprimir su mal humor, al final el viejo profesor no tuvo más remedio que echar mano de un recurso que todavía en España funciona bastante bien: el de “no sabe usted con quien está hablando”. En vista de que por allí nadie le hacía caso, en cuanto salieron de su boca estas palabras, “soy concejal de Mospintoles y exijo que alguien me atienda”, todo fueron oídos. Le llevaron a un cuarto cercano donde estaba el Inspector-Jefe y allí, entre excusas, pudo exponer su caso. Tras ello, en cuestión de minutos, los teléfonos echaban humo buscando una explicación. Llamadas al depósito, llamadas para localizar a los policías locales que habían dado la orden de retirada del vehículo, llamadas a la Policía Nacional… Tras quince minutos de consultas, el Jefe ya se había enterado del percal.

» ¿Cómo recupero el coche? ¡Habrá alguna forma de hacerlo!

—Verá, don Faustino… Todo ha sido un lamentable error, en absoluto achacable a mis agentes. Estos han mandado retirar su coche porque éste figuraba como sustraído. Antes de hacerlo lo han consultado con la Policía Nacional, que se lo ha confirmado. Sin embargo, tras mi insistencia de ahora, han efectuado una consulta a más alto nivel y les han dicho que hay un error informático y administrativo. El fallo se ha producido porque la autoridad competente no canceló en su momento una denuncia de robo, que fue retirada luego por el anterior dueño.
—Y tampoco se dieron en cuenta en la Delegación de Tráfico cuando admitieron sin más la transferencia del vehículo…
—Es un cúmulo de errores y negligencias impropio de estos tiempos. De veras que lo siento pero desde aquí no podemos hacer nada más.
—Pero son sus agentes quienes han ordenado que la grúa se lleve mi coche…
—Han cumplido correctamente su cometido. ¡Cómo iban a imaginarse lo que luego hemos comprobado!
—¿Cómo recupero el coche? ¡Habrá alguna forma de hacerlo!
—Mis agentes han seguido el procedimiento correcto y, tras cerciorarse de que el coche figuraba como robado, lo han mandado retirar por la grúa municipal y lo han puesto a disposición judicial. Lo siento, pero debe ser el Juzgado quien autorice su entrega. El problema es que estas cosas, ya sabe, van despacio. Así que yo le recomiendo que vaya al depósito y recupere su coche ya que acabo de informales del error producido aunque para ello tendrá que pagar lo estipulado en estos casos ya que la grúa pertenece a una empresa privada y el servicio realizado exige cobrarlo. Me lo acaban de confirmar por teléfono.
—Pues que se lo paguen, a partes iguales, la Policía Local, la Nacional y el Juzgado. ¡Es el colmo!
—Comprendo su indignación pero usted sabe perfectamente que eso es imposible. Le aconsejo que retire el coche del depósito tras abonar los costes de la grúa y que luego, con tiempo, presente una reclamación ante el Juzgado. El error informático y administrativo se ha detectado y solucionado desde Madrid, pero el asunto de la grúa no depende de nosotros.
—Está claro: por un error ajeno tengo que pagar para recuperar algo que es mío. ¡Es cojonudo!
—Esto es España, amigo mío. Usted lo sabe mejor que nadie.

Don Faustino no quiso ir más allá. Para qué. El Jefe de policía había estado muy atento con él y, en cuestión de un cuarto de hora había resuelto todo el embrollo.
—Discúlpeme. Se imaginará mi estado de ánimo. En plenas vacaciones y fuera de casa, me veo metido en este lío absurdo. Gracias por aclararlo y a ver qué hago hora. No sé si irme directamente al juzgado o pasar antes por el depósito para retirar el coche. La verdad es que el cuerpo me pide lo primero porque pagar cien euros por una concatenación de errores ajenos se me hace muy cuesta arriba…
—Si yo estuviera en su lugar, primero recuperaría el coche. Me temo que acudir ahora al juzgado para que le extiendan inmediatamente una resolución con la que pueda retirar del depósito municipal su coche sin pagar un euro… va a ser cosa imposible. Ya sabe cómo funcionan los juzgados…
—Me lo pensaré. Gracias por todo. Ha sido usted muy amable…

Cuando salió de las dependencias policiales don Faustino seguía dándole vueltas a sus últimas palabras. Si no llega a poner sobre la mesa que era concejal de un Ayuntamiento conocido allí dentro ni la señora de la limpieza le habría hecho caso. Al menos en un par de horas. Ahora dudaba sobre qué opción tomar. Miró el reloj. Eran las doce y media de la mañana. Pensó una vez más que no había derecho a que el inocente, él, pagara el pato. Así que cogió un nuevo taxi.
—Por favor, lléveme a la Comisaría de la Policía Nacional.

[Continuará…]