—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Charla en la tutoría (2)

(Lee la entrega anterior)

El viejo profesor temía que en aquella reunión aflorasen más los naturales problemas internos de los padres que los del alumno. No era la primera vez ni sería la última en que algo así ocurriese. En este caso había cierta confianza por lo que no estaba dispuesto a ello.

» Antes la gente se definía de derechas o de izquierdas, cristiana o atea, rica o pobre y ahora lo primero en que se encasilla es en merengue o culé.

—Yo creo que no hace falta hablar sobre cómo es Sergio, vuestro hijo, porque de sobra lo sabéis. Los tiempos que corren juegan en su contra, como en casi todos los chicos y chicas. Estoy seguro que de haber nacido yo en esta época, llena de ordenadores, cine, televisión, videoconsolas, móviles, fútbol a mansalva, internet, sexo por un tubo y multitud de diversiones placenteras, iba a estudiar Rita la Cantaora, porque lo que es yo… Encima, una gran mayoría de los chavales de hoy día están creciendo solos, mientras sus padres trabajan de sol a sol. Tenemos un serio problema de compatibilidad horaria laboral y familiar, sólo aliviado gracias a los abuelos, quien los tiene, que se encargan de cuidar a los críos. En estas circunstancias es un milagro que todavía haya chavales a los que les ilusiona abrir un libro para interesarse por cosas tan en desuso como la historia, la filosofía o la literatura. Así que la clave de todo esto es muy simple: ¿qué podemos hacer para que la corriente no arrastre y se trague al bueno de Sergio? ¿Podemos hacer algo? ¿Será peor el remedio que la enfermedad?
—Me niego a ser tan derrotista, don Faustino –María Reina no estaba dispuesta a dar por sentado el pesimismo latente del profesor.
—Pues yo creo –ahora terciaba el Sebas– que tiene mucha razón. Nuestro hijo padece la enfermedad del siglo XXI: jueguitis. ¡Jodé, si ya hasta los abueletes tienen el seso comido con las dichosas videoconsolas y la puñetera Internet! –Y echando una mirada a los pupitres—: todos estos ordenadores en el aula…, don Faustino, ¡para qué tanto cacharro si lo que nuestros críos necesitan es pensar, razonar e imaginar por sí mismos y… hasta sufrir un poquito…!
—Será que tú no disfrutas todo lo que puedes…

María volvía de nuevo a la carga y empezó a disparar:
—El Barça te tiene comido el cerebro y te has recorrido medio mundo siguiendo la estela de tus ídolos de barro. No hay partido televisado que no veas ni camiseta oficial que no compres. Los periódicos deportivos son tus libros de cabecera. El niño ha salido en esas cosas a ti, reconócelo, Sebas, sólo que donde pone “Barcelona” ahora hay que decir “Real Madrid”. Dos caras irreconciliables de la misma tonta moneda. Antes la gente se definía de derechas o de izquierdas, cristiana o atea, rica o pobre y ahora lo primero en que se encasilla es en merengue o culé… Por eso le decía antes, don Faustino, que el problema de Sergio y Sebas es el mismo: la pelotita de marras, que siempre está corriendo por el césped…y que les tiene sorbido el cerebro y ese tiempo que deberían dedicar a labores más importantes. Usted nos conoce bien así que para qué vamos a andar con eufemismos… Pero el Sergio, en cuanto pasen estos años difíciles de la adolescencia, sentará la cabeza, estoy segura…
—¡Pues claro, mujer, como me pasó a mí, que era un zoquete a su edad y… bueno… ya soy sólo medio zoquete…! –el trato con el público y la calle había dado al Sebas el suficiente bagaje cultural y psicológico como para saber cuándo había que poner una gota de humor que acabase con cualquier pequeña discusión o agria actitud.

(Continuará…)