—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

El forastero (3)

(Lee la entrega anterior)

Aquellos tres hombres siguieron hablando largo y tendido sobre fútbol, Mospintoles, la crisis y la biblia en verso. La moral de Manolo subió muchos enteros al comprobar —por boca de aquel forastero— que las expectativas de mejora económica en la ciudad se iban a incrementar con el inicio de la actividad futbolera del Rayo en la nueva campaña. Quizás algunas migajas de esa mejora caerían en su bolsillo tan necesitado de monedas y algún que otro billete. A don Faustino el asunto le interesaba porque amaba a su ciudad de adopción y porque esperaba que aquella anécdota del fútbol fuese un pretexto para revitalizarla y para unir a sus gentes más allá de los goles a favor y en contra. Otras ciudades similares a Mospintoles habían mejorado su presencia e influencia en la vida provincial y autonómica simplemente porque se habían dotado de un buen equipo deportivo en una de las categorías nacionales.

—Por cierto, ¿ustedes de qué equipo son? —la pregunta, no por tópica, pareció sorprender a Manolo y don Faustino.
—Pues yo soy del Rayo solamente, pero sin mucho apego, que a mí esto del fútbol me llama poco la atención —dijo Manolo—. El deporte me lo tomo con bastante tranquilidad. Fíjese que en el Bar no hay ni una puñetera televisión.
—Mal hecho, amigo. Si usted quiere sacarse unas perrillas más en el negocio, aunque yo diría que hasta podría duplicar las ganancias, lo que debería hacer es colocar en aquel reservado una televisión bien grande y suscribirse a esos canales de pago. Incluso le sugiero una cosa que, dadas las características de dicho espacio, podría hacer a modo de experiencia piloto. ¿Qué le parecería montar una tertulia deportiva durante un par de horas varios días a la semana y, por supuesto, antes y después de los partidos?
—Quite, quite, que eso es meter la zorra en el gallinero…
—Usted no tiene que preocuparse de nada. Yo, a través de mi empresa, se lo montaría todo sin cobrarle nada a cambio.

» Profesor, ¿cual es el equipo de sus entretelas?
» Mi equipo es ninguno.

—¿Filantropía, amigo? No me tome por un ingenuo…
—Ni usted me tome por un mecenas. Una vez los resultados de su negocio mejorasen podríamos negociar alguna contraprestación…
—Uf, me lo pensaré…, aunque deberá explicarme mejor su propuesta…
—Una de estas tardes me acerco y se la detallo con más precisión. Y usted, profesor, ¿cuál es el equipo de sus entretelas?
—Mi equipo es ninguno.
—¿Y ese qué equipo es? Ah, ya entiendo. A usted no le gusta el fútbol…
—Me gustan todos los deportes y algunos hasta los practico, pero jamás me he decantado por ningún club o equipo en especial. Jamás se me ocurriría ser fanático o simple seguidor de unos de esos equipos-dioses condenados a ganar siempre, como son el Real Madrid o el Barça, y jamás se me ocurriría perder un minuto de mi tiempo en llorar o alegrarme por los éxitos de ningún otro equipo. Puedo ver un partido de fútbol o disfrutar en un pabellón deportivo con un encuentro de baloncesto de alto o bajo nivel, pero mis afectos no se alterarán. Me dará lo mismo quien gane aunque siempre preferiré que lo haga aquel que practique mejor espectáculo o aquel equipo en donde juegue un conocido mío o aquel que se enfrente a una poderosa escuadra casi invencible.
—Pues ya es raro lo suyo, profesor. Hoy día la gente necesita afiliarse a cualquier cosa antes que permanecer en la intemperie o en la soledad individual. La pertenencia a un grupo, sociedad, equipo, país o comunidad ayuda a la inmensa mayoría del personal a creerse partícipes de algo que jamás tendrían si anduviesen por ahí en solitario. Hay que tener muchas agallas, profesor, para ir desnudo por la vida…
—Si usted lo dice…
—Yo no podría, ya ve… Pertenezco a un sin fin de agrupaciones, clubes y entidades. Me aterra permanecer solo más allá de lo que es estrictamente necesario y, seguramente por eso, Dios me ha dado un piquito de oro para que la soledad la aleje charlando con los demás a la menor oportunidad. Si yo pudiera sería no solo español sino también francés, inglés e italiano al mismo tiempo. Es un ejemplo para explicarles lo que siento al respecto. Por eso no les debería extrañar que, hablando de equipos, mis preferidos sean… —entonces hizo una pequeña pausa, como para darle suspense a lo que estaba diciendo.

(Continuará…)