Una denuncia y un hat-trick (3)
(Lee la entrega anterior) |
En esta ocasión la cosa no era tan urgente: como periodista había tenido acceso a cierta información que podría perjudicar al Rayo y como dircom del equipo su deber era tratar de acallar lo que podría suponer no más de un pasajero desprestigio. Sabía que informando a López con antelación el empresario tenía la capacidad de mover ciertos resortes para que el pequeño escándalo que se cernía sobre el equipo quedara en agua de borrajas. Este tipo de cosas pueden acabar desbocándose, incontroladas, al igual que una pequeña llama puede dar origen a un gran incendio. Pero nunca pensó que se tomara el asunto tan en serio como para invitarla a su casa un domingo.
Al entrar en aquella morada Susana quedó admirada. Solamente el salón-recibidor del chalé de López tenía más metros cuadrados que la vivienda de protección oficial en la que aún vivía con sus padres.
» Pero muchos se quedarán por el camino, y para cuando se den cuenta de que han fracasado ya habrán perdido toda posibilidad de engancharse al tren de los estudios.
La estancia estaba perfectamente iluminada por grandes ventanales. Al fondo a la izquierda una amplia escalera de herradura partía hacia el piso superior, donde sin duda se encontraban los aposentos. A la derecha de la pared que daba fin a aquel espacio comenzaba un pasillo por el que se accedía a la cocina-office y al garaje, que ocupaba toda la planta baja del chalé.
Todo estaba decorado con exquisito gusto y delicado refinamiento; todos aquellos ornamentos eran proporcionados, en perfecto orden y sintonía, y todo estaba primorosamente limpio. Cada casa tiene su olor particular, y ésta olía divinamente, bien aireada y sin duda con un sistema oculto de ambientadores. Y reinaba una temperatura agradable a pesar del frío invernal.
López la invitó a tomar asiento, preguntando si deseaba tomar algo. Encontró al empresario mucho más distendido e informal del López que ella conocía en los despachos. Y se mostraba contento, estado de ánimo que Susana nunca hubiera sospechado en el industrial. En realidad nunca se había preguntado por la vida privada de López, y ahora estaba ante ella, en su salsa.
Susana, un tanto a la defensiva, y maldiciendo mentalmente por no haber hecho caso aquella tarde de los constantes reproches de su madre por no vestir con más de estilo —siempre enfundada en pantalón vaquero y jersey amplio, ropa cómoda para una mujer activa le contestaba ella— rechazó el ofrecimiento y sacó de un macuto algo retro que llevaba colgado al hombro un par de folios garrapateados con letras grandes y una subcarpeta amarilla con el logo del Rayo, color con que se identificaba en el club los expedientes que correspondían a los jugadores infantiles de los dos equipos de esa categoría que el Rayo tenía en competición federada. En el que sacó estaba escrito a rotulador negro y en grandes letras un nombre: “Joaquín Miravilla”.
López se acercó tras servirse un ron dominicano reserva especial y recogió el dossier al tiempo que se sentaba en el mullido sofá junto a Susana. Lo mantuvo abierto con una mano mientras con la otra movía el vaso en pequeños círculos haciendo tintinear al hielo contra las paredes de fino cristal. Luego apoyó la carpeta sobre sus piernas y pasó a los siguientes folios del dossier, tres en total.
—¿Y cómo ha surgido todo, Susana? —preguntó López cuando acabó de leer.
—Parece ser que el entrenador arenga a los niños con frases del estilo “empléate a fondo que tú tienes clase para estar en primera”. Ha de ser que de tanto repetirlo para él la frase ha perdido sentido pero los críos entienden que con ella se define el potencial real de su juego.
—Una frase así no deja de ser una promesa siempre que el niño confíe en su entrenador —López trataba de empatizar.
—Para cualquier niño su entrenador es dios. Para muchos el entrenador es más importante que su propio padre. El fútbol se vive como una filosofía de vida en los campos de entrenamiento.
—Para nosotros el fútbol no es más que un negocio. Pretendemos que para los niños y sus padres sea una oferta de ocio. No cabe duda de que habrá niños que al correr del tiempo tendrán calidad para dar el salto a las divisiones profesionales, pero es una contingencia que no puede entenderse como una regla a cumplir.
—Yo también entiendo que el niño debe funcionar en el eje estudios-familia, y que el deporte es algo complementario. Pero no es posible llegar siquiera a segunda división si no se destaca ya en estas edades. Y llega un momento en el que el niño, o más bien su entorno, ha de elegir entre centrarse en los estudios o dedicarse al campo de fútbol.
—Eso ya queda en el juicio de cada cual, Susana. No podemos hacer nada si alguien decide que su hijo debe dedicarse en cuerpo y alma al fútbol. Además, sólo dándose ese caso podemos conseguir grandes jugadores, con los que se retroalimentará nuestro negocio.
—Sí, lo entiendo… Pero muchos, la gran mayoría, se quedarán por el camino, y para cuando se den cuenta de que han fracasado ya habrán perdido toda posibilidad de engancharse al tren de los estudios. Para estudiar hay que adquirir el hábito de estudiar: la capacidad de estudio también se entrena. Y no se le puede pedir a un niño de 12 años que se concentre en estudiar tras las eufóricas o angustiosas vivencias del partido del sábado. A muchos les cuesta conciliar el sueño… Tienen síndrome pre y pos-competición, y no son más que niños.
—Pareces especialmente preocupada por ese asunto Susana…
—Lo estoy…
—Me preocupa. Me preocupa que tú estés preocupada por ellos. Tu trabajo, entre otras cosas, supone lanzar nuestros prospectos a través de nuestro órgano de comunicación. Tal vez deberías replantearte si estás preparada para tratar con esos niños sin que ello suponga un menoscabo en el rendimiento del club.
—¿Qué quiere usted decir?
—Quizá tengamos un niño con más calidad que Piquito en la cantera del Rayo. Para nosotros eso sería una oportunidad de negocio. Lo llevaríamos desde el fútbol de ocio hasta el profesionalismo. Pero si le aconsejaras equivocadamente podrías echar a perder nuestro negocio.
(Continuará…)
- Escrito por Mirliton, publicado a las 16:52 h.
- Protagonistas: (ver la primera entrega)
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