—[una serie en la suburbe madrileña]—Crónicas (deportivas) de Mospintoles

Antecedentes penales (y 5)

(Lee la entrega anterior)

» Sendas unidades de la Policía nacional y de la Policía local de Mospintoles se llegaron hasta este lugar para acordonar la zona.

Después de todo, era lo único que habían hecho.

» Una dotación de la Unidad de Intervención Policial desplazada desde el acuartelamiento al norte de este municipio se ha hecho cargo de la situación hace sólo unos instantes. El principal sospechoso, repito, sospechoso, es un vecino septuagenario de esta ciudad.

» —¡Francis! ¡Francis, el del gol de cabeza! Le habla la Policía nacional. Salga con las manos en alto.

A Susana se le estaba acabando el repertorio. Y decidió añadir algo más de información, que al fin y al cabo es el deber de todo reportero.

» El sospechoso es una persona entrañable, conocido por todos los vecinos como Francis el del gol de cabeza. Con un pasado turbio tras haber ingresado en prisión en tres ocasiones por motivos políticos, se le reconocen méritos laborales como excelente dinamitero (estos datos se los había facilitado su colega de profesión, que los había recabado en el cuartel de la UIP).

«…¡Qué hija de puta! Esta tía es gilipollas. ¿Pero cómo puede decir eso?». María Reina pensó en arrancarle el micro de las manos y de paso borrarle su cara de putita de una buena hostia. Pero recordó que estaban emitiendo en directo. Su plan de silenciar la militancia de Francis, este Francis, el del gol de cabeza, se estaba yendo al garete en cuestión de segundos, delante mismo de sus narices.

El sargento, intrigado por el interés que la detención del sospechoso había despertado en María hasta el punto de hacerla abandonar la Casa Consistorial a la carrera, cancelando la reunión que tenían programada, miraba imperturbable la situación. Pero captó la crispación de María. Y se ofreció a prestarla ayuda. No en vano, todo el mundo daba por sentado que sería su futura jefa. Y siempre es mejor iniciar con buen pie una relación laboral. Incluso antes de que ésta dé comienzo.

» Veterano jugador del Rayo de Mospintoles, ahora en la segunda división española, Francis destacó a finales de los años sesenta logrando el ascenso del equipo a la tercera división, en la que el Rayo había permanecido desde entonces hasta la llegada del pujante empresario, propietario del holding Industrias López y Asociados, el señor López.

—¡La puta que la parió! –exclamó López en su oficina a escasas manzanas de allí–. Nos ha jodido vivos. ¡Basáñez! –llamó a voz en grito a su mano derecha.

» Desde Mospintoles, para TeleMadrid, Susana Crespo.

De esta forma Susana creyó haber quedado bien con todo el mundo.

En el interior del edificio la profesionalidad del equipo de la UIP se había impuesto. Tenían el largo pasillo bien iluminado y al fondo se veía una vieja puerta de madera entreabierta.

—¡Francis! ¡Francis, el del gol de cabeza! Le habla la Policía nacional. Salga con las manos en alto –el vozarrón de Rosales, que no precisaba de megáfono, se había sucedido a la perfección con el reporte de Susana, como si lo hubieran ensayado. En el plató los contertulios estaban en suspenso, al igual que la audiencia. Las llamadas telefónicas empezaron su labor de boca a boca y en poco tiempo la práctica totalidad de Madrid fue sintonizando el canal autonómico.

En la galería del ruinoso edificio donde vivía Francis, el del gol de cabeza, el equipo de la UIP permanecía expectante ante el silencio que siguió a la conminación de Rosales. El cámara comenzó a sudar. Tenía el potente foco justo detrás de él, el rellano apenas gozaba de ventilación, y la situación podría complicarse de un momento a otro. Pensó que si Francis tenía dinamita y decidía volar el edificio, inmolándose, él sería recordado como el imbécil que días antes había alardeado de llevar una de las cámaras más modernas de la cadena.

(Concluye en el siguiente cuento…)